Y la culpa al final… de los medios

Se dejó pasar el tiempo, para que las aguas vinieran algo más lentas, tras las malas caras que llegaron con las lluvias del Lunes Santo. Prudencia eclesial se llama eso. Y tras las aguas calmadas, llegó la hora de comunicar el resultado de las pesquisas, ahora en plena canícula… con un resultado final de arte: el presidente del Consejo, amonestado, las hermandades del Lunes Santo, que se lleven bien, que es lo mejor… y la culpa de los líos, como siempre, de los medios de comunicación y las redes sociales.  

¡Ole, caramba! Ni rastro de nada más.

Haciendo un poco de historia, recordamos que ante la alerta de lluvias, la Hermandad de la Cena se fue para San Marcos por la Alameda del Banco, interfiriendo en el regreso por Tornería de la Paz de Fátima y provocando un parón de la Hermandad de la Viga en calle Larga, mientras se articulaba la escapada por el paso de peatones.  

A partir de ahí -pueden verlo en nuestra retransmisión- todos enfadados. Los de Fátima porque culpan a los de San Marcos de haberse mojado en su camino de vuelta y los de la Catedral, porque también se sienten damnificados por la decisión de la Sagrada Cena. Incluso sabemos que el hermano mayor de la Constancia exigió en el Obispado que alguien le diera descarte de los daños provocados por el agua. 

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Y la pregunta es, estimado don José, ¿qué tienen que ver los medios, las redes sociales, o incluso las opiniones que cada uno quiera lanzar través de la plataforma que sea, con los hechos ocurridos siempre con anterioridad a lo que se opine? ¿Acaso el mal rollo que estas opiniones puedan causar, interfirieron a la hora de que los protagonistas de la historia tomasen sus correspondientes decisiones? 

Los medios están para lo que están. Y tienen una función que cumplir que a veces gusta y a veces no. Pero nunca son protagonistas de la noticia. Solo contadores de lo que pasa. Y se admite que la línea editorial pueda ser más o menos dura, mordaz e incisiva. Pero solo eso. Queda fuera de lugar otorgarles otro papel superior, que no tienen. Que no tenemos.

Es la historia de siempre. Al final el problema no es que las cosas fueran como fueron, sino que nosotros estuviésemos allí para contarlo. Sin las cámaras en aquel enclave, no hubiesen mediado acusaciones ni amenazas posteriores. Sin las entrevistas al presidente, no formarían sus respuestas parte de esa exhaustiva investigación que ahora culmina.  

Medios y redes. Los malditos medios y las malditas redes.  

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Una lástima formar parte de un documento oficial del Obispado que alude a un hecho concreto que fue errático, pero no por las decisiones equivocadas que casi todos tomaron. No. El error es haber llegado a la tercera decena del siglo XXI, teniendo todavía en nuestra Semana Santa unas estructuras que dejan mucho que desear cuando se trata de tomar decisiones importantes que afectan no solo a las cofradías, sino a casi toda la ciudad.  

Y así, querido don José, es imposible. Opinen lo que opinen los medios.   
  
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