''¿Y si en 2021 tampoco salimos?'' por Andrés Pérez Montilla

03/11/20 Cofrademanía Andrés Pérez Montilla

Doce de marzo de 2020. La gaditana cofradía de Afligidos anuncia la suspensión de su estación de penitencia en la tarde-noche del Jueves Santo 2020. La reacción no se hace esperar: a Ramón Velázquez y su junta le caen palos por anticiparse a lo que dos días después, sería una cadena de comunicados en la misma dirección, provenientes de Sevilla, Jerez o Cádiz.

Para más inri, a finales de marzo nos llega un comunicado emitido por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el que se autoriza trasladar las procesiones a otro día adecuado, como el 14 y 15 de septiembre, para regocijo de todos los cofrades, que por aquel entonces, empezábamos a dibujar magnas y a plantearle a don José mil y un inventos para celebrar el final de la pandemia. Pobres ilusos.

Y les traigo a colación esta cronología de hechos, porque la experiencia acumulada en esta era COVID19 no ha servido de impedimento para que muchos salgan a la carga contra el presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, o el hermano mayor de la Macarena, por atreverse a manifestar –con cierto desacierto en el caso de Paco Vélez- sus reticencias a que haya cofradías en las calles. Si escuchamos la intervención completa, el presidente de las cofradías de Sevilla reproduce un discurso en la misma línea de los homónimos de Huelva y Málaga que no hace sino ratificar la nota oficial emitida tras la reunión mantenida en Antequera.

Y por si no fuera poco, asistimos en Jerez desde hace unas semanas, a un hecho sin precedentes en el que a aquellos que osan manifestarse públicamente contra el rosario de la aurora de la Candelaria, o apoyan al ayuntamiento en su decisión de no permitir el de la Virgen de las Mercedes, son tachados de anticofrades o haters de las procesiones. Mientras una mayoría afirma que cuando los “expertos” permiten una aglomeración de personas en la plaza de la Asunción, entonces deben permitirla por narices en la puerta de Santa Ana, a otros nos toca decir con la boca pequeña que los formatos cofrades de toda la vida son inviables, que es momento de ser creativos, y que si no se puede o debe salir, así debe ser. Porque tengan ustedes claro una cosa, y es que disentir del discurso instalado por el #yocreoquesalimos no implica tirar piedras contra los intereses del turismo o la gente que vive de la semana mayor. A eso se le llama demagogia.

A poco más de cien días para el Domingo de Ramos, no debiera sorprendernos que se levantara el estado de alarma, o que nos impusieran un confinamiento domiciliario en plena cuaresma, pero especular acerca de si las autoridades permitirán los desfiles procesionales, sobre si nuestras cuadrillas tendrán permiso para ensayar, o si los obispos autorizarán sucedáneos de Semana Santa son cuestiones totalmente IRRELEVANTES actualmente, y que siendo sensatos, lo único que podemos hacer es aproximarnos a su respuesta basándonos en los indicadores actuales. Lo demás es ciencia ficción.

Y escribo esto con el fin de acercar posturas, tanto la de aquellos que ven loable que haya gente trabajando por ver capirotes en Semana Santa, como la de esos otros, que por una razón u otra, van a optar por no vestir la túnica el próximo año, retirar su palco, o salir de casa, ya que ante la crudeza de esta pandemia, su opción es esperar a que vengan tiempos mejores. Y es que mientras no haya un tratamiento o vacuna para este virus, la Semana Santa vivirá a la sombra del devenir de los acontecimientos, por muy duro que suene, pero creo que alguien tiene que decirlo.

Y mientras Dios así lo quiere pienso que hay otros asuntos de vital importancia en los que merece la pena involucrarse de verdad, como el culto interno, sanear las tesorerías, preparar planes de contingencia y echar a andar los proyectos paralizados por la COVID19. En definitiva, revitalizar nuestra fe que tan mermada ha quedado durante el confinamiento por la falta de pan eucarístico o de la presencia física de nuestros amados titulares.

Y por favor, calma y paciencia, que todavía quedan más de 100 días para el Domingo de Ramos…

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