''Manolo, y fue ante la Virgen'' por Álvaro Ojeda

Fue hace un par de semanas. Jamás me paro en mi trajín diario; voy a mi bola y con la cabeza a mil por hora. Si veo, ni pito, ni saludo… un 'cabra loca' que diría mi abuela, que va a lo suyo. No le faltaba razon a la mujer.

Pero el otro día algo pasó. Allí ví a tú hijo, a Joaquín, ayudando a alguien a salir del coche. Me paré y frene. Eras tú Manolo, camino de misa. Primero le pregunté a tu hijo qué tal todo, y luego a ti.

- “¿Manolo, cómo vamos?”

- ¿Quién es?

- Alvarito Ojeda, papá.

Miraste atrás, me saludaste, y reconocí agradecida, esa sonrisilla fatigada de hombre bueno, trabajador y humilde que siempre a gotitas en la vida, me trató con cariño y respeto.

Esa fue la última vez que te vi Manolo, allí… justo allí, justo delante del azulejo de la Virgen del Rocio, sin duda, un buen recuerdo para este que escribe estas letras como abrazo y condolencias a tu mayor obra, la de una familia cargada de valores que dejas aquí como mejor herencia.

Descansa en Paz amigo; buen trabajo, como todo lo que siempre hiciste en la vida.

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