Dios, otra vez...

La cosa no va de competiciones, sino de normalidades. Las normalidades que por ahora no existen, sino que vamos aprendiendo a encontrar poquito a poco, tal y como si hubiésemos despertado de un coma inducido, y tuviésemos otra vez que aprender a caminar.

Lo importante por tanto, no era el hecho de saber cuál sería de nuevo la primera procesión, porque de hecho, las procesiones nunca murieron del todo. Tocaron meses vacíos, y otoños vacíos, y romerías vacías, y Semanas Santas yermas… pero siempre hubo al menos una reserva al Sagrario, un traslado entre altares… una petición concedida o prohibida para algún Rosario de la Aurora, o algún cambio temporal de sede.

Y así ocurrió, que de repente llegó el final del mes de mayo, y cuatro corporaciones nos avisaron de salidas procesionales, tres en Jerez, Defensión, María Auxiliadora de Monte Alto y Sacramental de Santiago, y una en Arcos, la de la Virgen de la Soledad, y de esta forma, casi sin llegar a creérnoslo del todo, nos vimos haciendo encajes horarios para ir a todas partes, para no perdernos nada, tal y como si los meses se hubieran comprimido de pronto, y otra hubiésemos regresado a la normalidad.

Y ya sabemos que no. Que aún faltan costaleros. Y faltan más hermanos en las filas, y faltan niños correteando de aquí para allá, y faltan alegrías, porque todavía siguen sobrando muchas penas… pero sea como sea, hemos vuelto. Han vuelto las Cruces de Guía; han vuelto las llamas de los cirios; han vuelto los suspiros con forma de oración… y han vuelto los ciriales que avisan por las esquinas que llegan las imágenes que tanto echábamos de menos.

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Ha vuelto Dios a la calle. El mismo Dios que sigue tantas veces sin resolvernos las dudas. El que habla tan bajito tantas veces, que creemos que no está, aunque sepamos que está.

El que estos últimos días veló por las tres procesiones de la Virgen que hemos podido vivir en la provincia de Cádiz… el que este Domingo de Trinidad se volvió a asomar al barrio de Santiago, para seguir susurrando a los tiempos, que Él es el dueño de los minutos y los espacios. Y que es tan fácil ser de Él…

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