El Obispado prohíbe los traslados de regreso tras el Corpus

Alguien avisó hace ya muchos meses, que tarde o temprano acabarían las vacas gordas y éstas se han extinguido quizás antes de lo que muchos pensaban. Es la vieja historia de siempre. Cuando hacemos falta nos buscan y nos dan y nos alegran los oídos con lisonjas que nos hacen engordar, pero cuando ya va funcionando la maquinita, los cariños se deshacen con la misma facilidad con la que el hielo se funde cuando vuelven las calores.

Tras el encierro de Covid hacían falta las cofradías. Había que hacer ruido. Y todo se autorizó. De repente nos vimos asistiendo a un carrusel de salidas procesionales -algunas sin sentido ninguno- y todo pareció por momentos convertirse en una especia de 'PasoWordl' en el que todo valía. Un parque temático de las salidas ordinarias y extraordinarias que comenzó a tener detractores incluso dentro del propio colectivo cofrade. ''Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros''.

Así que alguien daría la voz de alarma y el resultado -que empezó a vislumbrarse hace algunos meses- acaba de alcanzar su máximo esplendor con la negativa del Obispado a autorizar que las entidades que van a instalar altares en el recorrido del Corpus el próximo domingo, puedan regresar con sus imágenes tras que finalice la procesión del Santísimo en la Catedral. 

Es decir, sí están autorizados los traslados de ida, el sábado por la tarde o el domingo por la mañana, pero no están autorizadas las vueltas, con lo que se deberá tener preparado un plan alternativo para que las imágenes que se lleven regresen en furgonetas o en sencillas parihuelas, mientras los pasos y enseres lo tendrán que hacer en camiones o directamente a hombros de costaleros. Absurdo. Si no se quieren procesiones, que se prohiban y ya está.

Sabemos que en esta tesitura se encuentran las hermandades del Perdón, la Redención y la Buena Muerte, cofradías que para sus altares tienen pensado colocar a San José, San Tarscicio y el Niño Jesús, respectivamente. De estas tres corporaciones, dos de ellas, Perdón y Redención, tenían ya elaborado el dispositivo tanto de ida como de vuelta con sendos traslados al centro, pero todo esto se trunca al menos a la hora de volver, ya que por lo que hemos podido indagar entre algunos de los costaleros citados a los mismos, el hecho de ir portando a una imagen sagrada pero regresar como meros acarreadores de enseres, no parece tener mucho sentido.

En fin. Lo dicho. La vieja historia de siempre. Cuando hacemos falta, gloria, pero cuando no hacemos falta...

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