''Inmortal como una fotografía'' por Álvaro Ojeda

Se levantó fría la mañana, como una mañana en Doñana. Soleada y clara, como esas que despuntan en Palacio en una peregrinación de enero. Se levantó tan fría, que tu hijo me dijo que ya estabas con la Virgen…

No pienso ir al Tanatorio, porque ya fui cuando tuve que ir. Para mí, ese ratito en San Juan Grande cenando contigo hace algunas semanas. Para mí, ese abrazo o ese saludo en la Calle Larga mientras veías pasar las horas. Para mí, tu imagen sentado en tu estudio donde termina la Porvera rodeado de cartuchos de fotos del Rocío. 

Para todos, fuiste el pañuelo atado al cuello en cada camino disparando fotografías para inmortalizar la vida… y un Rocío con Jerez que ya no existe.

Mi "bien...” es una herencia que me dejaste en la solemnidad de quien aprueba algo complicado, sencillo e importante. En mi casa queda colgada la aldea en una verde primavera que, desde ya, me recordará que eras tú quien mirabas por el visor en esa fotografía. Te quedas en cientos de anécdotas en el camino que yo por edad no viví, pero que intuí por muchos motivos. Te quedas en la esquina de Daniel, en las paredes, en las entraditas de las casas, en las mesas de los salones, en las casas del Rocío y en los sótanos de nuestros padres. Te quedas… porque tu nombre siempre será plata bordada en tinta, abajo a la izquierda, en los recuerdos mas bellos de cada familia que te compró una foto.

Te quedas, Dani, te quedas… porque quien capturó los momentos bellos de la vida no puede irse para siempre. Te has ido con la mesa de tu particular estudio ordenada. Y me alegro, por ti y por ellos. Te has ido, tras pasar aquella tormenta del 93 y luchar en un desierto con alguna que otra flor que te han traído hasta hoy, creo, que hasta donde has querido.

Ahora sí, ahí tienes a Mercedes, esperándote en esa playa inmensa de Matalascañas, llena de gaviotas, al caer la tarde, con la espuma blanca de las olas… como la de tus fotos. Así imagino tu reencuentro.

Hazme un favor, la vas a ver… dale recuerdos, dile que todo está en orden.

Ahora, descansa. Déjame disparar por ti tu ultima fotografía para decirte, que si algo llevas en la sangre, es la inmortalidad del que nunca muere, porque serás siempre un bello recuerdo capturado en nuestro imaginario colectivo.

Daniel Carretero, inmortal… como una de sus fotografías.
Hasta siempre amigo.

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