''Jerez es más que sus calles'' por Rafael Gil

Ni la basura acumulada noche tras noche en cada rincón del centro histórico, ni las salidas de tono de algún maleducado que aún no ha entendido que si no le gustan las procesiones se puede quedar en su casa, o incluso el ‘viral’ autobús que atravesó la Clemencia y ahora fuerza a todos los jerezanos a pedir ‘clemencia’ a los medios informativos nacionales… Ni todo eso, junto, puede bajar del cielo a una Semana Santa que brilló con luz propia por las calles de Jerez.

Jerez, que como digo, es más que sus calles. Es universal, brilla como el rostro del Prendimiento en su salida del templo de Santiago, como antaño; brilla como brilló el Domingo de Ramos de la mano del Transporte, llevado en volandas un año más por Rosario de Cádiz; brilla como las miradas al cielo de los miles de fieles al Cristo de las Tres Caídas a su paso por calle Cabezas. Brilla, como la multitudinaria salida de ‘Los judíos’ del deteriorado (durante el año) barrio de San Mateo que, sin embargo, reluce como nunca cada Semana Santa.

Jerez brilla hasta de madrugada al paso del Cristo de la Salud de San Miguel, y no deja de brillar hasta que se cierran las puertas de la Capilla del Calvario el Viernes Santo. Y es universal, como digo, porque pude verla brillar desde 3329 km, gracias al trabajo de quienes, en ausencia de televisiones locales, disfrutaron haciéndonos disfrutar a quienes la vivimos (sea por primera vez o no) fuera de casa.

Es más que sus calles porque, con la perspectiva que te da la distancia, se valora aún más su dimensión. Brilla, brilla mucho, porque es inmenso el poder que tiene esta semana de hacer renacer barrios, calles y esquinas que durante el año se encuentran inmersas en un estado de depresión y abandono. Es más que sus calles porque, a pesar de la basura, los maleducados y el autobús; la Semana Santa jerezana sigue traspasando fronteras y lleva con orgullo el nombre de nuestra ciudad allá por donde es llevada.