Salió sin hacer ruido, y sin hacer ruido llegó a su casa grandre, esa que sólo visita una vez al año, o muy de tarde en tarde, con motivo de alguna ocasión especial. En tiempos en los que quien más sale en la foto es quien más fuertemente grita, insulta, menosprecia y reniega de todo ancestro, el Señor de Sevilla, el guardián de las Almas que vive en la sevillana Plaza de San Lorenzo, tomó de nuevo su Cruz de cada día, y se echó a las calles de una ciudad que al verlo, simplemente agachó la cabeza y cerró sus labios. Da igual cuántos hubiera en la calle. No importa. Nunca importa. Sólo Él y su Gran.. su Inmenso Poder, para silenciar cuantos rincones fueron quedando atrás en su caminar. Sólo se escuchaban los zapatos pisando sobre el suelo, y los llantos lejanos de los niños que en brazos de sus mayores, comenzaban a aprender a ser de Sevilla.. aunque no lo fueran.
Así fue el traslado del Señor a la Catedral, y así comenzó el cierre hispalense al 'Año Jubilar de la Misericordia', ese año que como regalo final, nos dejó lo vivido este día 3 de noviembre, aguardando que sea el sábado o el domingo, cuando tenga lugar el retorno de Jesús del Gran Poder a su casa, si es que no decide quedarse donde Él quiera, y cuando Él quiera. ¿O es que aún no se han enterado ustedes, que aquí quien manda es quien manda?