Que cada cuál está en su derecho de opinar como quiera, sobre los asuntos que quiera, es algo absolutamente indiscutible. Gracias al progreso, y a los esfuerzos que nuestros mayores hicieron durante todas sus vidas, hoy podemos hablar, opinar, discutir, y hasta disentir sobre todo aquello que nos venga en gana. Pero una cosa es tener razones y criterios propios, y otra muy distinta, perder el sentido de lo que debe significar el corporativismo bien entendido, y la pertenencia a un colectivo en el que -queramos o no- estamos metidos todos los cofrades de Jerez, y están metidos todos los hermanos mayores que pertenecen al Pleno de la Unión de Hermandades.
Las cofradías no son corporativas, y eso es algo hasta normal. Lo son para abordar asuntos caritativos. Lo son para unirse en la desgracia de quien sufre algún mal o accidente, y lo son a la hora de alegrarse por los estrenos del vecino, o por los cambios amables de juntas de gobierno.
Pero a la hora de hablar de horarios e itinerarios... ay amigo! Entonces desaparecen las sonrisas y las buenas caras, y surgen los demonios que todos llevamos dentro. Y todo, además, envuelto en un halo de esperpento absolutamente incomprensible, ya que echando la vista atrás muchos lustros, no hay año en el que no hayamos escuchado exactamente las mismas custiones sobre cambios de recorrido, adelanto de los horarios, o reformas de la Carrera Oficial. A la Borriquita -por citar alguna hermandad- le importa muy poco por dónde pueda pasar la Hermadad del Cristo, como a las Angustias no le afecta en nada lo que decida en su horario la Hermandad de la Piedad. Eso es así, y siempre será así, de ahí la vieja afirmación que reza que el Consejo, entidad aglutinadora de todo esto, es un órgano, por definición, abocado al fracaso. Cada uno va a lo suyo, y eso es lo que hay.
A partir de ahí, y así se planteó hace algunas semanas, la Hermandad de la Oración en el Huerto, aludiendo al supuesto buen rollo de las cofradías del Jueves Santo, planteó una recogida de firmas que sirviesen para convocar un Pleno Extraordinario. Y así se hizo, pero como el tema a tratar era un problema de itinerarios (en este caso, la supresión de Plaza Aladro para poder acceder en condiciones al Palquillo) pues cada cofradía se decidió a solicitar lo que le pareció más oportuno, y de esta forma, el Consejo, con la Normativa en la mano, se encontró con un número suficiente de firmas para este fin, pero con motivos dispares, o lo que es lo mismo, con una cantidad insuficiente para una convocatoria unificada.
Pero aún así, decidió seguir la iniciativa planteada, y ya de paso, aprovechó para poner encima de la mesa cofradiera común, su proyecto de reforma de cara a la Semana Santa de 2019, aludiendo -de manera lógica- a que para 2018 ya no hay tiempo de salvar los muchos incovenientes que el asunto plantearía. Y ahí volvió a surgir el enroque y la discusión, y fue cuando cada uno volvió a dejar clara su postura y su preferencia. Entonces fue cuando cada cuál se dedicó a hacer de su capa un sayo, volviendo a desaparecer de este modo, cualquier atisbo de consenso corporativo. De hecho, hasta trascendió el interés en adelantar el Jueves Santo en una hora, de las cofradías de la Redención y la Vera Cruz, algo que tampoco está falto de lógica, pero que obviamente afectaría negativamente a la hermandad dominica, cofradía que aludiendo al horario de los Santos Oficios, no quiere salir a la calle antes de las siete y media de la tarde. Como ven, un puzzle sin solución, en el que nadie quiso dar su brazo a torcer, lo que al final llevó al mismo presidente que convocó el Pleno, a la decisión -sabia- de suspenderlo.
¿Qué pasará ahora? Pues que el Consejo seguirá haciendo lo que pueda, como ya hicieran en su día todos los Consejos anteriores, y como harán en el futuro los Consejos que sigan llegando. Trabajarán, estudiarán, y propondrán, y en última instancia, los hermanos mayores decidirán. Así fue siempre y así será, hasta que algún obispo decida cambiar las Normas actuales, algo que visto lo visto no sucederá nunca, ya que habiendo los problemas que hay en la diócesis, ¿para qué quitarle a los cofrades el entretenimiento que tienen de vez en cuando cada vez que se reúnen?
En fin, que Feliz Navidad a todos.
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