..y Jerez llegó ante la Ermita un año más

Y llegamos ante la Virgen. ¡Por fin! Se pasó mal, muy mal, pero todo valió la pena cuando pudimos acercarnos a su reja, y pudimos asomarnos a sus dos ojos benditos, esos que llevan mirándonos siglos y siglos, cobijando a cada parpadeo, un sinfín de peticiones, de súplicas, de acciones de gracias, y de miles de cosas más. 

Alguien definió alguna vez la oración en el Rocío, como una óracion sin palabras. Muda. Sencilla. Leve.. quizás, suplicante. Llevaba razón. Uno entra en la Ermita, y sólo sabe mirarla.. y a veces ni eso. 

Y todo eso ocurrió cuando la Hermandad del Rocío de Jerez pudo tras mucho pelearlo, plantarse con tronío ante la Reina de las Marismas. Bueno, un tronío con matices, ya que es sabido que a los jerezanos les encanta liarla en Bellavista y Muñoz y Pabón, pero eso de después liarla más y mejor ante el Santuario, es otra cosa. Allí, palmas, algo de compás, una Salve rezada con muchos altibajos, y después, más silencio que otra cosa. Hubo señorío en la estampa de los caballistas abriendo paso al Simpecado, y colorido en la estela de carros tras la carreta de plata. Pero ya está. Jerez no sabe hacer ruido ante la Ermita. Es una pena, pero es así. 

Y antes de todo esto, una mañana de lo más curiosa, ya que el Ángelus se rezó en la casa de hermandad, para luego iniciarse el habitual camino por Bellavista, etcétera.. eso sí, un camino que antes tuvo que ver cómo la Guardia Civil no dejaba pasar al hermano mayor a caballo. Inaudito. 

Ya estamos aquí. Esa es la mejor noticia, ya que tras los líos de los últimos días, por momentos pareció no ser esta una misión posible. Pero lo fue. Jerez llegó al Rocío, y ya espera el encuentro con la Virgen el próximo Lunes. 

¡Un año más!