Guaperal. Las estrellas. Doñana. Eucaliptos. Memoria y recuerdo. Fresquito.
Luz de bombillas para iluminar la carreta de nuestro Simpecado. Rezo pausado del Santo Rosario. Avemarías susurradas y letanías lentas, siempre entre cantes y con esa cadencia especial de cada mes de mayo.
Doñana se nos va marchando pausadamente, esta noche de ausencias de quienes ya se han adelantado para la aldea. Quedan casi los de siempre. Y todo parece dibujarse como siempre se hizo, desde que aquel paraje hoy desierto fuese un bosque de árboles americanos de esos que luego se eliminaron del Coto casi completamente.
Guaperal es noche de despedidas. Es la última noche. Y tiene una magia especial...
