La crónica: La magia de la Noche Santa

La noche del Jueves Santo se vistió pronto con los tules de la nueva madrugada. Una 'Noche de Jesús' que llegó de repente, sin avisar, justo cuando las cofradías de la jornada del Amor Fraterno emprendían el camino de sus recogidas, abrochando así un capítulo que ya saben ustedes, siempre tiene un punto y seguido firmado bajo las estrellas.

Barrunto de horas grandes junto a las hermandades que dan forma y fondo a la magia del nuevo Nissan, certificadas enseguida por el barrio de San Miguel, donde otra vez los silencios más profundos supieron jugar con el eco ronco de los tambores que llegaban desde La Plazuela. Así se abrió la 'Madrugá', como también lo hizo por Santiago y por la Plaza Esteve, y también -cómo no- por Cristina, donde de nuevo volvió la historia de Jerez a teñirse de morado nazareno. ¡Qué cosas! Una hermandad que tiene todo el tiempo del mundo para organizar su cortejo, pero que un año tras otro lo monta en cuatro minutos, por esas cosas que pasan, que nadie sabe por qué ocurren, pero ocurren. Tanto es así, que hubo un instante en el que todos se pararon dentro de San Juan de Letrán, hasta que a alguien le dio por preguntar por qué no salían.. y entonces todos se pusieron en marcha. ¿Es de arte o no es de arte?

Nazarenas maneras, en contraste con el paso ante la reja recientemente restaurada de Letrán de la solemne Hermandad del Santo Crucifijo, un tránsito precioso pero que provoca la pregunta de siempre: ¿Cómo es posible que puedan pasar los cofrades de San Miguel, y no pueda pasar el Perdón, por ejemplo? ¿Contestará el Cecop a esta cuestión?

Detrás, las Cinco Llagas, tiñendo de blanco la noche. Punto. Y además, a lo suyo, con los nazarenos de siempre, colocados como siempre, sin importar unas cantidades que a otros importan. A ellos, no. Por cierto, es esta una cofradía que tendría que cuidar un poquito algún detalle, como el del césped en el paso del Señor. Una alfombra nunca podrá sustituir lo natural, y eso es algo que volvió a quedar claro un año más.

Otro detalle, cruzando la calle Larga de punta a punta, lo dejó la Hermandad de la Buena Muerte, al pasar por la Puerta Real, donde José Mari Núñez cantó al Cristo una saeta imponente, y a la Virgen del Dulce Nombre, un Ave María acompañado al violín, más imponente todavía. ¡Genial! Sin duda alguna uno de los momentos de la presente Semana Santa, antes de que la cofradía fuera sorprendida por el amanecer, antes incluso de llegar a la Catedral, regalándonos unas estampas vistas solamente cuando la Semana Santa nos pilla antes del cambio de hora.

Y al final, el mejor vino, como en las Bodas de Canaá, llegó con la Esperanza, siguiendo por la calle Sol la estela imponente del Señor de la Sentencia, este año con túnica blanca, para celebrar el Año Jubilar de la Misericordia. Es otra cosa, sin duda, lo que provoca esta cofradía. Otro rollo, como dirían los modernos. Un autentico aluvión de sensaciones de todo tipo, que van de lo emotivo a lo vibrante, pasando por lo mágico y sensual, para volver otra vez a lo emotivo, y así una vez tras otra. ¿Tiene explicación? Pues seguramente, pero a fe que nosotros no sabemos buscarla más que en los ojos de la Virgen. Y ya está. No le den más vueltas, porque es para nada. La Yedra de recogida es algo que trasciende todo lo que significa para nosotros esta semana. Barrio y cofradía se dan la mano, y dejan colarse a quienes ellos quieren.. y ¡ay! qué suerte cuando se tiene el privilegio de ser de los que están dentro. Nosotros lo fuimos un año más, así que solo una palabra: ¡gracias!

Y así se acabó la Noche Santa de Jesús en Jerez, una noche que reconcilió con la ciudad a los más incrédulos, a golpe de cirio y luz, de flor e incienso. Una noche mágica de nuevo, gracias al Señor que nos permitió vivirla.. y contarla.